Si quisiéramos resumir en terminos de ambiente, clima o “espacios”, lo que ocurría en las aulas de las Escuelas Cristianas de san Juan Bautista De La Salle, lo expresaríamos así:
Un espacio de armonía: silencio, orden, puntualidad, laboriosidad, paz alegría.
Un espacio de aprendizaje de la convivencia: respeto mutuo, cortesía y urbanidad, motivaciones para compartir habilidades y sabores, y hasta los alimentos.
Un espacio de crecimiento integral: motivaciones permanents, estímulos, evaluaciones frecuentes, apoyo entre los compañeros de aula, fichero personal de cada alumno.
Un espacio de aprendizaje para la vida: búsqueda de la calidad de vida deseable en esa época, relaciones humanas positivas, capacitación intelectual básica, vivencias cristianas adapatadas a la edad de los alumnos, buen ejemplo para los educadores adultos.
Un espacio de diálogo entre la institución educativa y la familia: esfuerzo constante para hacer participar a los padres en el proceso educativo de los hijos, y educarlos a asumir sus responsabilidades en el mismo.
Un espacio de salvación: Es la expresion constante de La Salle que mejor resume sus intenciones fundacionales: salvar al niño, bajo una doble dimensión salvarlo de, o sea, preservarlos del mal bajo cualquiera de sus manifestaciones: ignorancia, vulgaridad, pecado; y salvarlo para, es decir, hacer surgir en él un proyecto personal y social que haga útil y valiosa su vida.
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